viernes, 4 de octubre de 2013

Anoche escuché su voz...


      Mientras tomaba sus manos aquella noche de fiesta y banquete. Mientras temía al momento de soltarle, susurré a su oído la más breve de mis biografías:

"Yo nací en el río, provengo de donde el mar abraza a la tierra y de donde los hombres extraen su vida. Yo nací saltimbanco, crecí de la música y bebí poesía. Soy fortuna de una noche de agosto y designio de tu futuro”

Elita sonreía mientras mi boca se acercaba más a su oído, no pude verla pero sentí la sonrisa en sus manos. A dos pasos, sus guardias nariz chata se acercaban lentamente como el ladrón, que cauteloso, se aproxima a tomar lo que no es propio. En un segundo el Capitán Marcelo ordenó mi retirada y de un portazo arrebatándome la vida la alejó de mí.

Han de saber ustedes que esa noche la princesa desdeñaba a la belleza por saberse superior, y por ahora, desde un banquito tembloroso a falta de equiláteras patas, me quedo recordando esta escena como recuerdo ese leve volar de su cabello día tras día, de cómo el aire revolvía una y otra vez su cabellera hasta hacerla lucir perfecta bajo el viento de Reino Jardín.

En cambio, esta luna la veo desde Barsevez, un pueblito de no más de 200 habitantes, pequeño, limpio y amigable pero sobre todo a muchas leguas de la carta anterior. No he podido contar los días, no he podido incluso, contar mis pasos. Recuerdo a momentos también nuestro paseo por el parque, el único a la luz del sol:

Fue una tarde de verano mientras Elita caminaba justo a mi lado derecho, era un camino estrecho rebosado de fulanos que de ida y vuelta tropezaban mi camino. Ella, Elita, me miraba de reojo mientras le contaba de mis relatos increíbles, de cuando tuve poderes, de cuando tuve fortunas, incluso de cuando, por defender mis causas, luché contra cinco fieras que de un solo puñetazo designé a la derrota. Elita reía de mis historias y a sabiendas que no creía ni un céntimo de ellas, continuaba relatando lo que a mi imaginación venía, y no piensen mal, no eran mis relatos con afán de enamorarla sino para al menos esa tarde hacerla sonreír.

Durante este último recuerdo cerré los ojos para imaginar que aquel aire de Reino Jardín era el mismo de este insignificante Barsevez, para recordar el aroma que de su cuello brotaba impacientando a las flores por tan dulce olor. Con mi mano a media plana le escribía la segunda carta mientras apretaba aún más los ojos para no confundir la belleza de la noche con la suya. Logré sentirla a ella, a Elita, bajo la luna de Barsevez tan cerca de mí que a dos pasos fuera de la ventana de aquella taberna borrascosa, pude esa noche escuchar su voz…



Carta para Elita II


      Elita ¿conoces la luna de Barsevez? Para tu pesar es de las más bellas lunas de las que podría contarte en un relato en el parque, con tu mano apretada a la mía, caminando a mi diestra con afanes de enamorarte. Pero no, no estás aquí.

Permíteme decirte que días atrás mi desprecio por la ciudad que tanto amabas me hizo huir de París. Ahora estoy perdido en un lugar que a grandes penas aparenta vida y si te digo que aparenta es porque andar este camino sin una sola de tus sonrisas es como mal morir.

Elita, si pudiera contarte que anoche escuché tu voz, estaba rendido y escuché tu voz cercana y dulce a dos pasos de mí. Lo sé, era imposible encontrarte en este simple lugar sucio, obscuro, solitario, pero qué quieres que haga si escuché tu voz. Ha de haber jugado el viento conmigo o ha de haberme visto tu Dios tan débil que me envió un querube a semejar de la manera más exacta su creación más perfecta. Es por eso que no salté desde adentro buscando encontrarte a mi paso, es por eso también que nunca abrí los ojos y es probable también que hubieras sido tú.


¿Cuánto quieres que anden mis pasos hasta donde estés? Sería mejor que nos dejáramos de tanto cuento sin concluir y aparecieras junto a mí, serena y callada como te recuerdo. Sería posible también que en este corto inicio de mi búsqueda de ti, yo tirara al suelo de tierra y agua este sudor que guardo con mis esperanzas y dar un paso a atrás. Pero Elita, he de mantener mi vida sobre el camino hasta el final contigo y avanzaré renovado de fuerzas porque esta noche escuché tu voz.


Texto: C. Satarain

Twitter: @carlossatarain


2 comentarios:

  1. me retiro con un muy buen sabor de boca esperando a q ya sea viernes para ver la tercer carta a elita.

    ResponderEliminar
  2. no puedo esperar hasta el viernes para leer la tercer cartaa :(..... abrazo desde argentina

    ResponderEliminar